jueves, 17 de abril de 2008

Soledad y compañia


Inicio de nuevo con el título, Soledad y compañía, cúan diferentes son ambas situaciones y cúan parecidas son entre ellas... Porque como bien dicen por ahí, sentirse sólo no es estado, es un sentimiento.


De nuevo ayer me encontraba, curiosamente siempre me encuentro y nunca estoy, en mi habitación; a solas, de nuevo sin Laura. La ropa de ayer estaba encima de la cama, aunque algunas prendas decidieron hacer un viaje distinto y perecieron al suelo. Los calcetines acabaron decorando las baldosas verdes de debajo del piano, dónde los cables murmullaban y serpenteaban suaves rizos hasta alcanzar la toma de contacto con el piano. Encima del escritorio aguardaban unas hojas de papel manuscritas, en las cuales habíamos estado trabajando un poco de matemáticas la tarde anterior. El desorden culminaba con gran eficacia sobre el comodín, dónde un sifin de variopintos objetos danzaban cada uno a su aire sobre el tablón celeste. En el inmeso silencio en el que me ví envuelto durante un instante, vibraba en mis oidos el sonido del incansable ventilador del ordenador; un zumbido constante que inundaba la habitación con su tono ligero; ligero pero a la vez molesto. Tuve un instante de reflexión interior, me acababa de sentar en la silla y mi mirada se postró en el teclado; mis manos, congeladas, suspendidas en el aire en posición de accionar el teclado, quedaron suspendidas a escasos centímetros de este, esperando con cierto ademán a que mi cerebro les ordenase pulsar un tecla...; pero esa orden no llegaba, pues mi cerebro se hallaba envuelto en una serie de rápidos pensamientos. Me empecé a sentir cómo único en el mundo; como si no fuese a volver a ver nunca a nadie más; justo entonces, y aunque la habitación permanecía en un sinuoso silencio,
mis timpanos percibieron pequeñas vibraciones, procedentes del exterior de mi pequeño mundo, las cuales se traducían como voces graves. "La tele", pensé.

Mi madre, recién cumplidos los treinta y ocho, estaba tumbada en el sofá, disfrutando de su tarde libre de la mejor manera posible. Desde hacía unos días atrás, veniamos llevándonos bastante bien; por alguna extraña razón el paso del tiempo quiso que perdiesemos cierta complicidad y confianza entre nosotros; pero en estos días, las estabamos volviéndo a recuperar. Pero ayer era ayer y nos apetecía estar cada uno a solas, disfrutando de nuestro tiempo a nuestra manera. Cogí el ratón con mi mano y suspirando aliviado, al saber que no me encontraba solo (algunas veces me aterra quedarme solo, otras sin embargo, lo deseo con tanta fuerza que pagaría por estar a solas), hice doble click en el icono de "Battlefield 2142". me apetecía disparar un poco, aunque fuese en un mundo virtual creado por nuestros queridos locos profesionales, y por una pequeñez tan grande como es conquistar unas banderas. Con diversos estilos de música de fondo, el juego transcurrió de una forma rápida; de hecho mientras mataba unos pocos soldados cibernéticos, me dió por cantar cada canción que sonaba de fondo; olvidándome por completo que mi madre estaba fuera (nunca canto si hay alguien en casa) y olvidandome por completo de la soledad. Pasaron las horas y decidí hacer algo útil, después de convencer a mi madre, Amanda, para que contratase internet un poco más veloz con nuestro operador, y tomar la cena; llegó la hora de la llamada a mi vida.

Justo momentos antes, mi madre abandonó el hogar, rumbo a conseguir ganacias para mantener la familia en pie.

La telefoneada duró cerca de treinta y cinco minutos, y tampoco es que tuviese mucho interés la conversación, dado que se basó principalmente en delatarnos y darnos a conocer nuestro sentimiento mutuo, y alguna que otra anécdota que no tiene relevancia con el tema del escrito.
Gracias Bell, por este maravilloso invento, que ha revolcionado el mundo de la comunicación. Volví a sentirme casi lleno, de nuevo agusto conmigo mismo, pero faltaba alguien a mi lado, y eso me quitó el sueño.

La noche se me alargó hasta cerca de las tres de la madrugada; noche en la que me tuve que levantar del lecho, para buscar de nuevo comunicación con alguna persona para ver si podía cubrir ese sentimiento de soledad que invadió todo mi corazón de nuevo. Utilizando la conocida aplicación, hablé con un viejo amigo, distante en cuanto a quilométros pero cercano en cuanto a amistad. Gracias a tí también por hablar conmigo hasta tan tarde, aunque yo no consiguiese mi propósito.

Al final de la noche, después de pasearme por la antigua Grecia, de la mano de Kratos, acabé rendido en la cama, no por sentirme protegido, en la isla que comenté el otro día, sino porque mi cuerpo no aguantaba más.

Y mañana, la sonrisa, preciosa curvatura de la boca.


Ángel

6 comentarios:

Mamá Mutante dijo...

Te acabas de ir de mi stand pequeño elfo q navega entre malezas y se ahoga en grandes mares... Que orgullosa estaria Maria Teresita Campos de tus relatos y del rap que me he montando leyendo el titulo :D Se me va,como le digo a Pepelux, esto es de la radioactivity de los moviles :p
;) :*

Anónimo dijo...

jiasjias soy el elfo de los bosques malvado ^^. pos si es de besugos hablarnos por aqui porque te tengo en el stand de al lado pero weno. Besiñes

Anónimo dijo...

Hola, soy la gansa en celo; realizo unas artimañas de aquí me quedo, pero no en la discoteca sino que sorprenden. Soy la señora Gansa y publico comentarios en los blogs. Un alazo, se despide, la Señora Gansa.

Anónimo dijo...

Que bonito cielo ^^.

Anónimo dijo...

Angel no vale que te pongas caomentarios a ti mismo!!

Nacho dijo...

Ey genio esta entrada esta cojonuda, de momento es la que mas me gusta. Me falta por leer el resto pero pero prefiero hacerlo en ratos de desfaeno para que mi cabeza esté mas receptiva. Por cierto gracias otra vez por la entrada de SMOKINGCOTTON

Un abrazo